Naturaleza y percepción de Luis Bujalance
- Mitchie Martín
- 14 mar 2018
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 18 ago 2019
Verano de 2008. Un hombre menudo rompe la monotonía del metro de Londres cargado de ramas de árbol. Muchas más de las que sus brazos pueden abarcar. Aquel hombre-árbol que sorprendía a los pasajeros del vagón con su curioso equipaje era el pintor Luis Bujalance (Málaga, 1967), que desde el 10 de febrero hasta el 23 de marzo expone su obra en el Ateneo de Málaga.
Paradójicamente fue en Londres donde nació la conexión con la naturaleza que caracteriza gran parte de su obra. Entre los anodinos muros de la Universidad Central Saint Martins, un edificio de ladrillo más parecido a una fábrica que a una escuela de artes, estudió la obra de Anselm Keifer y Joseph Beuys, quienes le sirvieron de referencia.
Allí hizo dos exposiciones. En la primera expuso pintura. En la segunda, ya a final de curso, se atrevió a montar su propia instalación con aquellas ramas que viajaron en el metro.
Si hay algo que destaque en su obra pictórica es la fuerza que transmite. Manchas, texturas e impredecibles combinaciones de materiales alejan al trabajo de Bujalance de la clásica pintura sobre lienzo.
No cesa en la búsqueda de nuevas posibilidades y experimenta con materiales poco habituales como el cemento o el asfalto, y los combina con elementos más comunes como impresiones digitales, fotografías o pintura acrílica. A través de esta mezcla de técnicas presenta obras sin lógica aparente, pero que se prestan a la interpretación que cada espectador quiera otorgarle en la intimidad de la contemplación.

El aparente sinsentido que habita en sus cuadros cobra un poderoso significado al entender que la naturaleza es el aglutinante que une todos sus factores. El artista lo expresa así:
“En toda mi obra subyace una relación con la naturaleza que no es casual. Mi búsqueda a través de la pintura profundiza obviando lo superficial hacia un entendimiento de la naturaleza y la esencia de todo lo que conocemos. En mi trabajo trato de mostrar cómo la naturaleza se manifiesta en todos los ámbitos. Lo que se podría entender como un deterioro de la materia, una mancha de humedad en una pared o una puerta, yo lo veo como la naturaleza retomando lo que es suyo, continuando su ciclo y venciendo así nuestro empeño por convertir el mundo en algo impoluto y ‘perfecto’. Las texturas dibujadas por el agua con partículas de asfalto sedimentadas sobre cualquier material aparecen en mis obras mostrando ese ciclo del que nada ni nadie escapa y que por ello desvela algo inherente a la existencia”.
Su unión con la naturaleza es tan instintiva que, cuando utiliza auténticas piezas de la naturaleza para crear instalaciones, consigue que el conjunto de las ramas y los troncos que utiliza resulte un puzzle cuyas piezas encajan a la perfección, lejos del caos que refleja en sus lienzos. Una dualidad que enriquece su obra, haciéndola más interesante para el observador y revelándole un poco más de lo que se esconde tras aquel hombre cargado con ramas en el metro de Londres.
Mitchie Martín
Texto publicado en el blog del Ateneo de Málaga.
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